jueves, 10 de febrero de 2011

Vigalondazo

Como no actualizaba esto, me quedé con las ganas de opinar sobre el tema de Vigalondo. Y lo que más me impresiona del tema: el fatalismo, casi de fábula moral, que tiene todo. Un día eres triunfador, te vas de copas con actores de Hollywood, y a la vez la Gente Normal te sigue acogiendo y apreciando. Tu blog es de los más respetados, tu periódico te toma como seña de identidad de su campaña, y, joder, en una de las polémicas más chungas sobre derechos de autor y cambio de legalidad, eres capaz de salir inmune dejando en ridículo a todos tus seguidores. Y de repente, con cinco vinos, escribes algo que no crees que sea muy distinto a lo que has escrito antes. Total, en España ¿quién es judío? Todo el mundo está obsesionado con el terrorismo, con el sexo, con los pelotazos, con el paro, con los gitanos, sudamericanos y magrebíes, pero pasan de los judíos. ¿Qué ha pasado? ¿Quién ha escrito eso? ¿Soy yo? ¿Lo cambiaría si volviese atrás? ¿Pero por qué cambiarlo, no sería un mal símbolo poder cambiarlo? Lo cambiaría pero ¿sólo porque una panda de subnormales lo dicen así? Pero si la gran mayoría me están riendo la gracia.

Fue una bajada sutil pero impresionante a lo más bajo de la prensa nacional, para darnos cuenta que el fondo siempre importa menos que los hombres de paja. Este hombre nos cae mal, con lo que se merece lo que le ha pasado por soberbio. Este hombre es de la competencia, con lo que se merece lo que le ha pasado por traidor. Medios enemigos te defienden por razones equivocadas, medios amigos tampoco mueven un dedo por un miedo tremendo que ha aparecido y que hasta ahora nadie había hablado de él. Sí, me defiende un foro, un maldito foro de internet, nada más: toda mi vida se va al retrete por haberme pasado de listo. ¿No podría haber sido igual de brillante pero sin mencionar ese tema? No, imposible, ese tema y esa broma es parte de lo que soy yo, y a quien no le guste... ¿qué pasa si esa parte que no gusta me cierra puertas? ¿Debería volver atrás en el tiempo para cambiarlo? Mierda, no puedo. Eso era mi película, no yo.

Es ese momento de metida de pata, lo que tuerce el destino, ese momento tan claro, el que me tiene obsesionado. Una vez soltado el twit ¿podría haber hecho algo para parar la repercusión? Parece que no. Pero ¿cuánto hubiese tardado una masa linchadora en ponerse encima de él por cualquier otra excusa? ¿estaba destinado a ser un centro de linchadores? ¿Saldrá de esta experiencia más fuerte y con un halo de mártir que le hará un superhéroe de la expresión? No, eso es demasiado. Pero ¿podrá volver a esa línea ascendente de director con talento que se le tenía prometido?

Ríete de los cronocrímenes, ríete de la de Sandra Bullock. Este tipo de líneas, ramificaciones y cosas ilógicas del destino es lo que más obsesionado me tiene del concepto "crimen y castigo", "hechos y consecuencias", y sobre todo, ese concepto llamado "responsabilidad" que, me doy cuenta, muchas veces he aplicado con gente para hacer rápidos juicios de valor, y que no es tan fácil, que muchas veces uno se pasa de Dios exigiendo esa "responsabilidad" casi pitonisa a todas horas. Nacho Vigalondo: me tienes fascinado.