lunes, 21 de septiembre de 2009

Minorías

Las numerosas menciones que me está haciendo el amigo roedor por diferentes sitios me va a obligar a actualizar. ¿De qué hablamos? ¿De los botellones? ¿De la noche en blanco? Na. Vamos a hablar de lo que pasa cuando te gustan cosas minoritarias.

Lo que pasa es que se crean grupos minoritarios para esas cosas minoritarias. Si te gustan los sellos de las repúblicas socialistas, es probable que encuentres a un grupo de gente que le gusten también esos sellos y que queden por mail para hacer un "sile/nole" en sus cuartos de estar mientras se comentan aventuras de sellos cazados en las traperías más espectaculares. Al cabo de un tiempo habrá kdds, afinidades y desencuentros, hostias de diversos signos, guerras internas - sí, sí, guerras - y batallitas para contar a los nietos.

Esto es más o menos lo que ha ocurrido con el grupo de ciencia ficción en España - o podemos incluir todo Sudamérica y algún otro país. La ciencia ficción la podemos definir como... no, paso de meterme ahí: definidla como os de la real gana. A su historia dentro del país la podemos definir como un paralelismo de las dos españas... bueno, tampoco. Dejadme que me centre. Vale, la ciencia ficción se le ha despreciado en esta bendita península como género literario por razones varias, entre las que están la visión de la literatura como algo de todo menos popular y accesible, y el hecho de que el género cienciaficcionero y algunos vecinos fantásticos y terroríficos necesitan mucha complicidad del lector para captar ciertos mensajes y referencias. Por esta razón los aficionados han sido pocos y han hecho una pequeña piña.

Ergo, los aficionados se conocían mucho entre sí, y la afición al género estaba ligada a la bibliofilia. Uno investiga en la historia de estos aficionados y ve bonitas historias de correos y las primeras creaciones de bandos en cuanto hay pasta de por medio (concursos, nuevas aventuras editoriales). Cuando me metí en estas cosas - allá cuando andaba más perdido que un pulpo en un garaje con una carrera universitaria que odiaba (odio), una armarización mal llevada y, vamos, una situación vital bastante atascada a la que no veía salida, es decir, muy sensible al escapismo del género -vi los primeros restos de estas guerras internas y las primeras características.

Leí "la mayor característica de la ciencia ficción en España es el fandom: lectores y autores son, en muchas ocasiones, la misma gente". Es decir, en cuanto lees un libro de Rafael Marín conoces a Rafael Marín. Esto era mayormente cierto hasta los últimos años donde, digamos, el género salió del ghetto. ¿Problema? Muchos de los integrantes no parecen haberse dado cuenta.

Y le dedico una entrada y una actualización porque el tema me empieza a enervar. ¿Por qué es eso? Por un lado, porque el fandom español ha sido el culpable de que haya descubierto tarde y mal a buen número de autores y estilos por su manía de imponer sus prejuicios. Para ese grupo, durante mucho tiempo el único que hablaba de libros del género, Samuel R. Delany era un plasta, los libros de Jeffrey Ford eran una pedantería, y toda la fantasía está un peldaño por debajo de la ciencia ficción. Toda. Gracias a cosas como cyberdark, ese foro tan añorado, me perdí libros que luego redescubrí tras darme cuenta de una simple verdad: el fandom español odia a muerte un estilo trabajado. Tanto es así que se han impuesto falacias como que Gregory Benford es principalmente un autor hard sin estilo (cuando es principalmente un autor de personajes con un estilo trabajado) o que Miquel Barceló (no el arquitecto, sino un fandomita metido a editor con buen gusto pero prologuista insufrible) impusiera el hard en su colección Nova (cuando son casi todas unas novelas centradas en conflictos sociales).

Pero también porque las editoriales se siguen creyendo que esto del fandom funciona. Me parece enormemente patético todo lo que se mueve en este artículo de Literatura Prospectiva, por ejemplo: a partir de un saldo (un fenómeno siempre negativo), se llega a una falacia sobre la calidad de unos libros (que al cabo de un rato se cambia a "no son obras maestras") y, a lo que iba, aparece el editor a defenderse y el autor a atacarle personalmente. Que un editor, alguien que se supone que está encima de todo esto, venga a defenderse por unas críticas de un insignificante blog (por mucha calidad que tenga, no influye periodísticamente a nadie) ya es suficiente señal de tanto el ego de ese editor que no admite críticas como de la adopción del papel de fanboy más que de profesional, pero ya la segunda respuesta donde se delata la inquina personal dan ganas de mandar a tomar por saco todo este fándom, el mayor enemigo para que el resto de intelectualidad literata trate el género con el mínimo de seriedad. Con esta panda de gente que se está saboteando y que la literatura le importa tres pimientos con respecto a su ego, da toda la impresión de que lo escrito alrededor debe de ser igual de infantiloide o patético.

Tomad esto como una pataleta. Después de acontecimientos parecidos como los que nos ocurrieron en Aventura y Cia con chantajes por parte de timadores con medios o todas las movidas de porquería hidiente con las que nos intentaron salpicar por dudar de la calidad de Runaway de Péndulo - o recientemente, por alabar el esfuerzo de Alcachofa Soft - me doy cuenta que aquí falta mucha sesera y que me dan ganas de mantenerme bien alejado. Espero que ninguno haya puesto en google nada para encontrarse aquí, por el bien de vuestro ego.

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