martes, 24 de enero de 2012

Un libro El percherón mortal


Es una maravilla esto de estar en paro y lograr hacer todas esas cosas a las que nunca me daban tiempo o estaba demasiado cansado para hacer. Por ejemplo, leer. Leer libros de esos que tienen papel, que llevan años esperando en la estantería, que sabes que te van a gustar pero que aguantan un día y otro mes y otro año en la parte baja de la pila. Hasta que alguien, un día, menciona un libro, recuerdas que lo tienes, lo coges, y lo devoras. Caso de éste de un señor llamado John Franklin Bardin.

Esto se podría llamar novela de intriga, novela negra, o novela de suspense. O novela hitcockiana con muchos elementos compartidos con Fredric Brown. La cosa va de un psicólogo que recibe a un chaval majo y bien parecido, que le habla de duendes que le obligan a hacer cosas, y que el psicólogo acompaña al chaval, y conoce a los duendes, cosa que provoca una serie de desgracias en su vida y unos cuantos trastornos de personalidad. Es decir, que deja de tener vida.

Lo que comparte con Fredric Brown son dos cosas principales: cómo deja que los elementos oníricos y sobrenaturales no se expliquen hasta el final de la novela, y cómo construye una trama complejísima que siempre te está ocultando un giro más. Claro, que Brown era más de beber, de gente que entre pedal y cogorza resolvía casos. Franklin Bardin trata de que no es difícil tener una crisis y perder la cabeza. Sí, vale, hay un misterio principal, una intriga, pero el psicoanálisis y el cuestionamiento de qué es una persona, qué es una vida e incluso qué es una realidad, no deja de aparecer por cada página. Y eso es lo que cobra importancia de la novela, mucho más que personajes insólitos, mujeres fatal y cliffhangers pronunciadísimos. Y es por esto por lo que recomiendo la novela, que además tiene un tono entre terror y humor que he disfrutado como un enano. Gracieta intended.


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