sábado, 11 de febrero de 2012

Una película: J Edgar


La verdad, esto de los biopics es una suerte: siempre te lleva a la pantalla alguien más guapo y más carismático que tú. Este es el primer problema que tengo con la última película de Clint Eastwood: Leonardo DiCaprio es un tío esforzado, que se exige muchísimo en un papel, pero no lo veo como este J Edgar medio estrábico, feo a rabiar, con cara de oficinista venido a más. Hay que alabarlo por su valor, su tesón y tal, pero DiCaprio tiene ese mismo defecto que Matt Damon: no deja de ser esclavo de una cara que le impide ser ciertas personas.

Pero vamos a la peli, que para ser la primera película que veo en el cine en casi un año habrá que hablar de ella. J Edgar trata de los inicios del creador del FBI, de sus motivaciones, y sobre todo de una especie de Brokeback Mountain que forma su relación con Clyde Tolson (otra vez, llevado a la pantalla por un actor demasiado guapo - espectacularmente guapo - para lo que fue el personaje real). Todo esto lo cuenta en forma de biografía dictada que rememora hechos del pasado en forma de flashback. Muy clásico.

Muy clásico y un poco encorsetado, la verdad. Falta que cada vez que hay un flashback empiece a difuminarse la imagen, y no queda muy clara la utilidad narrativa de solapar el tiempo "presente" con el pasado. Pero voy a lo que más me frustra de la película, lo que realmente me molesta, es la diferencia entre las espectativas que me promete y en lo que se acaba centrando: no sé a vosotros, pero a mí me fascina la mente de un paranoico. Y la mente colmena paranoica, de "el enemigo está entre nosotros", ya es una cosa que me provoca casi amor. Lo que más me intriga del amigo J Edgar es cómo llego a ese nivel de obsesión por el enemigo, cómo llegó a ver enemigos en todas partes, si realmente se creía que sus enemigos personales eran enemigos del estado (que estoy seguro de que sí), y sobre todo, cómo era de difícil el panorama político y social para que no le costase nada pasar de una etapa de glorificación del outsider a una donde se alababa la fuerza policial. Eso no lo explica, apenas, Clint Eastwood, y me temo que sea por una razón muy sencilla: es, ya, demasiado "rojo" como para ponerse en la piel de un sentimiento puramente republicano, de nacionalismo xenófobo, clasista, de miedo orgulloso al extraño y extranjero. Hasta que no aparece esa historia de amor platónico no hay por donde coger a los personajes, y diría que ese cambio de tono, de biopic de carácter político a historia de armarización (con una muy inquietante escena de travestismo incluída), es demasiado brusco, demasiado calculado. Es como un salvavidas: Clint Eastwood sabe de amor, así que centra la segunda mitad de la película en esto.

Y caray si sabe rodar sobre amor. Pese a que esa segunda mitad trate de los dos actores principales bajo más maquillaje que Al Pacino en Dick Tracy, y que estos apenas se puedan mover bajo tanto cartón, ahí es donde está la parte emotiva y que domina Eastwood, esa parte de sentimientos que no se saben expresar, de dejar pasar el tiempo, de dar por perdida una relación sentimental, de dejarlo pasar y esperar a que muera, y una vez hecho esto, arrepentirse del tiempo perdido. Ahí me emocioné.

Y vale, hay escenas con una carga simbólica fabulosa, como la del beso lleno de sangre. Pero es una película de armarización de dos personajes que bien podrían llamarse Manolo y Julián, y ser de Cuenca. Es la parte fabulada, y me parece que podría haber sido un guión completamente ajeno adaptado con calzador a la vida del creador del FBI. No sé, a mí me interesa más el momento FBI, y Eastwood parece sólo interesado en demostrarnos que era incapaz hasta de hacer detenciones y que su única valía en la vida era clasificar libros en la biblioteca y poseer un carácter insoportable que le ayudaba a ascender. Judi Dench haciendo de madre objeto de un Edipo de magnitud wagneriana está divertida en el papel de la que se supone culpable del carácter de su hijo, y hay unos cuantos cameos curiosos. Pero vamos, las dos horas y pico se pasan fluidas, y eso, la peli es bonita.

Pero ¿una peli bonita sobre J Edgar Hoover? Me sigue chirriando ese concepto. ¿Qué será lo próximo, un biopic sobre la pubertad de Angela Merkel?

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